Atención a la Diversidad

Educación Especial e Inclusiva

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Tradicionalmente se venía identificando a la Educación Especial con la disciplina que tenía por objeto atender, desde el punto de vista de psicopedagógico, a aquellas personas que presentaban algún tipo de déficit, anomalía o capacidad diversa que les impedía su desarrollo normalizado y el aprendizaje de determinados contenidos educativos con la metodología habitual uniforme para todos. El niño al que se le había diagnosticado alguna deficiencia era segregado a Centros Específicos. Entonces, se entendía por Educación Especial a la atención educativa prestada a los alumnos que presentaban algún tipo de deficiencia física, psíquica, social, etc.; que les impedía realizar sus aprendizajes siguiendo el ritmo del resto de sus compañeros.

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Evolutivamente, a lo largo del tiempo, paulatinamente se han utilizado una serie de términos y expresiones asociados a la Educación Especial con diferentes significados y contenidos; como por ejemplo: subnormalidad, deficiencia, minusvalía, incapacidad, integración, sectorización, normalización, inclusión, necesidad educativa especial, necesidad específica o capacidad diversa. Ante la dificultad de encontrar la expresión más adecuada para referirse a este ámbito, los anglosajones la denominan de una sola forma, empleando la expresión: “Special Education”; como queda patente en el ámbito administrativo y legislativo, en general. Sin embargo, a nosotros nos atrae y nos gusta más denominarla Educación de las Capacidades Diversas.

Evidentemente, el concepto sobre la Educación Especial ha cambiado radicalmente, ya no se habla de niños con limitaciones, impedimentos o deficiencias que han de recibir educación en un centro especializado; sino, por el contrario, se trata de considerar a estos alumnos como personas en situación de aprendizaje a través de la enseñanza adecuada, a quienes hay que atender de forma específica, en función de sus capacidades diversas, de acuerdo con sus características, de una forma personalizada e inclusiva en los centros y en las aulas del régimen normal o específicos; facilitándoles, así, el aprendizaje de los contenidos curriculares, su desarrollo integral personal y su colaboración (cooperación + participación) inclusiva de incorporación a la sociedad, como un miembro más.

Todo lo cual ha supuesto una serie de reformas legislativas, estructurales, curriculares, formativas de los docentes (tanto iniciales, como permanentes) y del alumnado, sociales, económicas, culturales, materiales, etc.; necesitando actualizaciones continuas.

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En suma, lo que se pretende conseguir es una adecuada atención socio-psico-pedagógica personalizada integral para cada una de las capacidades diversas, con las ayudas necesarias, suficientes y satisfactorias, dotada con todo tipo de recursos personales, materiales, funcionales, técnicos y económicos que debe garantizar el Sistema Educativo; de manera que cada persona pueda diseñar y desarrollar su proyecto personal de vida.